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Villa de Orgaz

RELIGIÓN

Hermandad del Cristo de la Buena Muerte


  Sumario:
La Hermandad
Origen de la Hermandad
Estatutos de la Hermandad
Tradición de Orgaz

 

El Cristo de la Buena Muerte.
Tradición de Orgaz ,

por Juan Moraleda y Esteban

 

El Cronista de Orgaz, D. Juan Morlaeda y Esteban escribió en el periódico de Toledo El Castelllano los dias 17 y 18 de febrero de 1920 (*) un artículo en el que narra la historia de la imagen del Cristo de la Buena Muerte y de la Hermandad, cuyo texto se reproduce a continuación:

 

 
 
Cristo de la Buena Muerte. Foto: Santiago Gómez

Al Municipio y vecindario de Orgaz.

I

Allá, en los siglos de mayor fe y de reconocida cultura, todos los pueblos de España rivalizaron en la demostración de sus creencias religiosas y del grado de su ilustración, haciendo que los pintores y escultores de aquellos tiempos ejecutaran, para legarlas a la posteridad, obras de arte, bien al óleo sobre lienzos o tablas, bien tallados en maderas en mayor o menor grado incorruptibles.

De la verdad de este aserto da fe buen número de maravillas conocidas y hoy veneradas por propios y extraños y catalogadas por los técnicos.

Del Tiziano, del espiritual Greco, del simpático Murillo, del divino Morales, del sesudo Velázquez y otras lumbreras del Arte de Apeles, así como de Berruguete, Montañés, Salcillo, Alonso Cano, Rafael de León, Monegro, Merlo, etc., por fortuna de nuestro país, se conservan en catedrales, parroquias, monasterios y casas señoriales, raras piezas que recogieron las cuitas, las plegarias, los deseos de nuestros mayores para llevarlos al trono del Dios Redentor.

Más no obstante la dirigencia de las Academias docentes y de los peritos y cultivadores de las bellas artes cuando menos lo pensamos, fortuitamente una nueva obra se inestimable valor por su apreciable factura cuando menos, arrumbada y deteriorada en el correr del tiempo.

Esto es lo que acaba de suceder en la señorial, antigua y noble villa de Orgaz con la veneranda imagen de Jesús Crucificado de la Buena Muerte. Esbocemos su historia y tradición.

II

Una de las familias más piadosas, adineradas y linajudas de la villa de los condes, la de los Calderones de la Barca, se cree con fundamento que costeó en la centuria décimo séptima, en sus comienzos la talla de un crucifijo del tamaño natural agrandado, de importante expresión de dolor, con la cabeza echada hacia la derecha, la mirada dirigida hacia el firmamento, la boca entreabierta, como pronunciando la sexta palabra «Consumatum est», y sin la indicación de la farsa solo huellas de los azotes sufridos en la espalda, sangrando la cabeza por las espinas de la corona, rota la piel de las rodillas por las caídas, garfias las manos, y los pies sujetos a la cruz (con dos clavos), sobre el antiguo «supedánemus», y teniendo el izquierdo sobre el derecho (1).

La obra fue ejecutada sin duda por un maestro de primera clase; y a juzgar por el conjunto armónico, por la riqueza de los talles anatómicos –sin exageración– por el realismo en la expresión y formas, por lo alabado de las manos y los pies, por la corrección y belleza del rostro, que denuncian no haberse cansado el artífice de imitar el natural, pudo ser Giraldo de Merlo o Juan Bautista de Monegro, pues ambos labraron muchas imágenes del Redentor, aunque me inclino a atribuirle al cincel del toledano Monegro, por su severidad, anatomía y pulcritud.

Para consuelo de los fieles orgaceños que recibieron la «efigie» con marcados actos de respeto, llevose y expúsose aquella a la veneración en la ermita de Santiago, situada cerca, en la parte sur de la villa, dándola el título de «El Cristo de la Plata», por las innumerables ofrendas de este metal que recibió pronto de los numerosos arrieros que transportaban a Madrid desde los puertos de Andalucía, los tesoros llegados de América a la Península en aquel tiempo, y que entraban en la ermita a encomendarse a su protección orando fervorosos.

Este detalle conservado por la tradición, prueba que la Vía de la Plata o Calzada Romana o de la Plata cruzaba por delante de la ermita de Santiago, siguiendo por la subida del Puerto de Yébenes para ir a la Marcha y a Andalucía.

También se conoció por el Cristo Izquierdo, por la singularidad de tener el pie izquierdo sobre el derecho.

Cuando el fervor cristiano demandaba favores sin cuento a la hermosa imagen del Cristo de la Plata, no había tenido lugar aún el hecho de decir a uno de los próceres orgaceños otro Cristo, en un desván de su casa ¡¡qué olvidado me tenéis!! Por lo que desde que esto acaeciera le dieron el título del Olvido, haciéndole patrón de la villa.

Esto tuvo lugar en el siglo XVIII.

III

La devoción de los hijos de Orgaz hacia ambos crucifijos corría parejos y se acrecentaba de día en hora; pero cuantos transitaban por el Camino viejo de Alandalus y bajo el amparo del Cristo de la Plata, que se ponían con piedad nacida del fondo de los corazones , empezaron a denominar al orgaceño Seños, el Cristo de la Buena Muerte, secundando a poco los naturales de la villa de los condes esta costumbre, que la experiencia fue acrisolando por observar que quienes protección y buena muerte demandaban a tan famosa presea veían colmados sus deseos siempre.

Y con este nombre fue invocado el Cristo de Monegro (como algunos le dicen), hasta que en principios del siglo XIX, acaso por evitar fuera profanado durante la guerra de la Independencia en su ermita, le trasladaron a una capilla de la parroquia de Santo Tomás, en donde le cuidaba, aseaba y ponía luces, adornando al propio tiempo su altar, la cristiana familia de los Bravos, cuya descendencia allí perdura.

En el 13 de Septiembre del pasado año 1919, y a instancias de loas señora orgaceñas Dª Cecilia de la Torre y Pera y Dª María Cruz del Barrio, se ha creado una Hermandad, tomando por titular al «Santísimo Cristo de la Buena Muerte», siendo nombradas las dichas señoras, camareras de la imagen venerada.

La primera disposición de la Hermandad ha sido encargar la restauración de la respetable imagen al pintor escultor alcarreño, casado con una toledana y que reside en la ciudad imperial, D. Bienvenido Villaverde, que ha devuelto al Santo Cristo su primitivo color amorenado, sus perfiles y prominencias anatómicas –recubiertos en parte por añeja reparación imperita–que ha satisfecho los deseos de os hijos de Orgaz.

Trasladado el Santo Cristo a aquella villa y depositado, previo entusiasta recibimiento, en la ermita de la Concepción, el día 1º de presente mes, fue trasladado procesional y triunfalmente a la parroquia de la muy noble, muy leal y antigua villa entre los vítores y aplausos de la muchedumbre congregada en las calles para presenciar la manifestación pública de piedad, repetida dentro de la parroquial iglesia, en donde quedó expuesto a la veneración.

Hoy solo tiene dos clavos.

Su fiesta principal está acordado el celebrar el día primero de Pascua de Pentecostés.

Con razón se le denomina por algunos al Santo Cristo, de las izquierdas, pues la Cofradía la forman varios vecinos que no gozaban (hasta que la luz de la fe les ha iluminado) de las delicias que proporciona el culto católico a las almas creyentes.

El Cristo de la Buena Muerte de la antigua villa ha dado milagrosamente vida espiritual a nietos de mozárabes nobilísimos y católicos. De esperar es que les proporcione por su fe buenamente, como a sus progenitores.

JUAN MORALEDA Y ESTEBAN
Cronista oficial de Orgaz.

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(*) El Castellano, 17 de febrero de 1920, p. 2
  El Castellano, 18 de febrero de 1920, p. 2

(1) Los Calderones tenían el Patronato de Santiago, como los Pereas la Ermita de la Virgen del Socorro.


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