CANTERAS
En el término de Orgaz son muy abundantes los afloramientos de granito, que desde tiempo inmemorial fueron explotados para la extracción de piedra, tal como refiere el Párroco de Orgaz en el año 1784 respondiendo al cuestionario del Cardenal Lorenzana:
“Abunda este término, por la parte que mira al poniente y norte, como también la citada dehesa de Villaverde, de muchas canteras de piedra muy buenas para obras de mampostería y sillería de la que se usa regularmente para las obras que se ejecutan en la Santa Iglesia de Toledo, como se puede ver en la nueva fachada o portada de la puerta llamada del Perdón, que se condujo poco hace. También por el lado que mira al medio día, en donde esta la sierra, abunda de muchas yerbas medicinales, aunque en gran parte sus virtudes son desconocidas por la poca aplicación que se pone en un ramo tan benéfico.”(1)
La actividad de los canteros se mantuvo hasta la década de los 70 del siglo XX en que, con el avance de la industrialización, los nuevos sistemas de extracción hicieron desaparecer la cantería tradicional. Hoy quedan diseminadas por los campos de Orgaz multitud de canteras abandonadas como testimonio de la laboriosidad de los canteros orgaceños de todos los tiempos, un oficio duro y sacrificado al que nos acerca Santiago Gómez:
“Cuando en los años 50 las canteras estaban todavía en pleno rendimiento, no eran menos de 25 los canteros que se contaban en Orgaz. Un oficio duro y sacrificado, con jornadas de sol a sol, y de lunes a domingo, con el único descanso de la tarde del último día de la semana, si el volumen de trabajo así lo requería. Pues, aunque estaba mejor remunerado que, por ejemplo, el trabajo en el campo, la demanda no siempre garantizaba el jornal para todo el año. Las canteras hoy abandonadas recogieron el sudor de muchas generaciones de canteros, que de padres a hijos se fueron trasmitiendo los secretos del oficio. La cuadrilla que trabajaba en la cantera estaba compuesta por un maestro y un número variable de canteros, en función del trabajo a realizar. Al oficio, como en otros muchos casos, se accedía como aprendiz, sin remuneración alguna durante el primer año o con un escaso jornal, de unas cinco pesetas al día, cuando el maestro apreciaba la destreza del aspirante. Y si no eran de la familia, la mayoría cobraban según las piedras que hacían, y los menos a jornal. El lugar de explotación se elegía en función del tipo de piedra que se necesitara y de las características del yacimiento. Así, el granito en la cantera de la que se extrajeron los postes de Juanelo es más basto, mientras que la zona de Villaverde da un granito más fino. La operación se iniciaba con la negociación del precio del “carril” -derecho de paso- con el dueño de la finca, que normalmente no entrañaba dificultades. En caso de negativa se producía lo que se conoce como un denuncio, que no es una denuncia al uso sino una reclamación al Estado, propietario de la piedra, como de todos los minerales del subsuelo, y ya el dueño de la finca no podía oponerse a la extracción de la piedra en su propiedad". (2)
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(1) PORRES DE MATEO, J.; RODRÏGUEZ DE GRACIA, H. y SÁNCHEZ GONZÁLEZ, R.: Descripciones del Cardenal Lorenzana (Archivo diocesano de Toledo).- Toledo: Instituto de Investigaciones y Estudios Toledanos, 1986.
(2) GÓMEZ FERNÁNDEZ-CABRERA, Santiago: Orgaz, el legado del tiempo.-- Orgaz: Ayuntamiento, 2015, p. 178: Orgaz, el legado del tiempo.-- Orgaz: Ayuntamiento, 2015, p. 178
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